Yo una vez tuve un blog pero decidí acabar con él, destruirlo, borrarlo de la faz de la tierra. Era un blog precioso cuando nació aquel 13 de junio de 2006, tan pequeñito, con aquellos ojitos brillantes de color azabache. Tuvo una infancia feliz, llena de inocencia como solamente los niños pueden tenerla. Pero un buen día comenzó a crecer, a hacerse adolescente y se fue alejando poco a poco de mí. Era lo normal, todos hemos hecho lo mismo en nuestra juventud. Pero no por eso los padres dejamos de sentir el dolor de la pérdida.
Los años de los blogs no son como los de las personas, ni como los de los animales. No, los años de los blogs son mucho más largos. Cada uno vale por diez órbitas terrestres, por lo menos. Durante más de seis años y medio de aquel blog hubo de todo: momentos de felicidad, visitas de amigos, de conocidos, de gente que se sentía sola y quería y buscaba con desesperación un lugar donde refugiarse y compartir sentimientos propios. Todos ellos fueron bienvenidos y tratados con respeto, amabilidad, cariño.
Ay, pero cuando mucha gente descubre el paraíso, más tarde o más temprano, la voz se corre y el velo de la felicidad se destapa, aunque sea sin intención y sin pretender hacer daño, de la manera más inocente. Y así sucedió. Empezaron a llegar los envidiosos, los infelices, los amargados, los mediocres, los sinrazón, los descerebrados, los tristes de espíritu, los destructores de sueños. Y el sueño se terminó. Corría el mes de febrero de 2013.
El año anterior, 2012, había sido el peor de mi vida. A finales de noviembre de 2011 se había publicado mi segundo libro, "Einstein versus Predator". Tres largos años míos se llevó con él, mucho sufrimiento, demasiados momentos de mi familia. Tan sólo dos meses después, mi cuerpo y mi mente dijeron ¡basta! y caí muy enfermo. Una de esas enfermedades que quienes no han pasado por ella difícilmente pueden alcanzar a comprender porque no da fiebre, no produce marcas en la piel, no es contagiosa pero al mismo tiempo destruye a quienes te rodean. Es una enfermedad que está dentro de tu cabeza pero no es un tumor, que solamente tú la sientes y que no tienes ni idea de cómo explicársela a quien te rodea y piensa que te la has inventado. Ese dolor es inimaginable para todos, excepto para ti mismo. El médico te receta una medicación pero te advierte: "las pastillas no te curarán, eso deberás hacerlo tú, ellas simplemente te darán la fuerza para lograrlo." Y qué razón llevaba el doctor...
Diez largos meses después, yo me había recuperado, al menos de aquella horrible pesadilla. Durante muchos meses abandoné completamente el blog, mi trabajo, mi vocación, mis clases, todo. O casi... Me dediqué únicamente a mí mismo como nunca antes lo había hecho y no tenía idea ni siquiera de cómo había que hacerlo. Sin embargo, lo logré.
Reanudé poco a poco, muy despacio, y con paso inseguro la misión que me había encomendado años atrás, siempre aquel lejano 13 de junio de 2006. Por un tiempo, la cosa pareció funcionar. Pero me engañaba. Mis demonios interiores aún estaban conmigo y no tenían intención de abandonarme. Ya no había marcha atrás posible. Dejaría la divulgación en mi blog para siempre. ¿O quizá hubiese otra alternativa?
Aparentemente, sí la había. Comenzar con otro blog, pero esta vez en secreto, bajo un pseudónimo. Puede que de esta manera me viera liberado de la enorme presión y responsabilidad que me atenazaba. Escribiría a mi ritmo y no al que deseaban mis lectores, hablaría de otros temas diferentes. Trataría de expresarme de otra manera, con otro estilo literario, más "académico", no tan socarrón ni grosero como solía. Trataría de usted al lector (jajaja, ¿qué lector? pero si no tenía ninguno...). Había nacido El Tercer Precog.
Aquella primera época fue una liberación, un renacer, un tiempo de paz y tranquilidad. Hasta que la vanidad volvió a atacarme. Al fin y al cabo, ¿para qué escribir sin que te lean? ¿Tenía algún sentido divulgar y no tener lectores, no llegar a las personas? No, por supuesto que no. Entonces, tomé otra decisión: saldría del armario. ¿No consiste en eso la condición humana? ¿No se reduce a cambiar continuamente de opinión, contradecirse, avanzar, tropezar, retroceder... volver a avanzar hasta morir en el intento?
No llevaba ni un mes con mi flamante nuevo proyecto cuando otro golpe, aún peor que el del año anterior, sacudió mi vida de nuevo y aún continúa martilleándola sin piedad, día tras día desde entonces. Pero esta es otra historia mucho más íntima y no es mi intención relatarla ni aquí ni ahora. Espero que me sepáis comprender y disculpar.
Aún no se ha cumplido un año de vida de El Tercer Precog, eso sucederá la primera semana del próximo mes de febrero, pero no quería dejar pasar el momento sin recordaros a los pocos que me seguís, algunos fieles imperturbables de aquellos años de Física en la Ciencia Ficción, que si tal día como hoy, 31 de diciembre de 2013, el último día de este infame año para mí, vuestro humilde servidor sigue aquí, es gracias al ánimo, apoyo incondicional de varias personas y muy especialmente de dos (pido disculpas a las otras por no nombrarlas, a pesar de todo os guardo en mi corazón igualmente). Se trata de Laura Morrón, a quien aunque nunca he tenido la oportunidad de conocer personalmente, me dirigió un par de e-mails muy especiales para mí y que guardo con enorme cariño. ¡Gracias, Laura!
Finalmente, la otra persona es más que una persona para mí. Es un amigo y punto. Su nombre es un poco largo, como larga es su sombra, pero aún así lo pronunciaré: José Manuel López Nicolás. Sin su ayuda, sin sus conversaciones conmigo por teléfono, por whatsapp, por facebook, por chat y especialmente en persona, a todas horas, en mis peores momentos, a horas que ni mi mujer me soporta, él siempre ha tenido un hueco para charlar y escucharme, por más tonterías que tuviese que contarle. Bueno, para ser sincero, no siempre. Tan sólo me dejaba "abandonado" cuando tenía que hacer una cosa, pero le perdono: acostar a su hija, ese diablillo con gafas que me llama loco y a la que quiero un montón. Sin Jose, El Tercer Precog sería ya historia y pasto de los gusanos... No quiero prometer nada porque las fuerzas van y vienen constantemente en mi ánimo. Contentaos, de momento, con que mañana será otro día y quizá haya post. O quizá no, nunca se sabe... ¡Salud!
EPÍLOGO
Cuando me senté ante el ordenador a escribir este post, la intención inicial era hacer un repaso de la historia del blog, con un ranking de los posts más visitados y esas cosas que se suelen hacer el día de Nochevieja. Y mirad lo que me ha salido al final. ¿No os decía que mi existencia es pura contradicción, un sube y baja continuo y enloquecido por los raíles de esta montaña rusa desbocada que es la vida? Voy a darle al botón de "Publicar" antes de que me arrepienta. ¡¡Feliz 2014!!