Últimamente he leído y escuchado cada vez con mayor frecuencia opiniones en contra de algunas de las frecuentes intervenciones en los medios (radio, TV) del doctor Michio Kaku. En concreto, me refiero a aquellas intervenciones en las que el venerable profesor deja caer sus opiniones personales sobre temas espinosos o de dudosa reputación entre los científicos serios: percepción extrasensorial, extraterrestres, etc. Se le ha llegado a acusar de magufo y persona peligrosa para la ciencia y la divulgación.
Lo primero que tengo que decir es que todas esas opiniones me importan muy poco, pues yo nunca he visto esas intervenciones del profesor Kaku ni tengo interés alguno en verlas. El Youtube y revolver entre él todo el día para buscar chorradas no forma parte de mis pasatiempos, lo siento. Prefiero leer. Y los libros de Michio Kaku me parecen ACOJONANTES, como creo que ya sabéis de sobras. Esta es la divulgación que me interesa de Michio Kaku y no que desvaríe de vez en cuando en televisión o radio. Hasta el gran Stephen Hawking lo ha hecho y muchos científicos serios no dudarían un instante en chuparle la silla si le otorgasen el Premio Nobel de física un año de estos. Además, como divulgador, Hawking no le llega ni a la suela a Kaku. Por supuesto, esta es una opinión muy personal.
Dicho lo anterior, quiero dejar claro que aún no he leído un solo libro del profesor norteamericano de origen japonés en el que se afirmen cosas que no estén basadas en las leyes de la física conocida de forma rigurosa, lo cual no significa en absoluto que de vez en cuando se especule y en ocasiones puntuales incluso de forma un tanto "salvaje". Pero es que yo mantengo la opinión de que la divulgación de la ciencia debe tener ese punto de especulación atrevida, osada, rompedora, heterodoxa. He escuchado a personas que se rasgaban las vestiduras porque decían que el profesor Kaku ha afirmado que se han conseguido la telequinesia y la telepatía.
Si una de estas personas, que se llaman escépticos, no se molesta en comprobar de forma rigurosa lo que afirman puede parecer, en efecto, que el bueno de Michio Kaku es un loco, un magufo o un científico patético. Sin embargo, a poco que esas mismas personas se tomasen la pequeña "molestia" de leer el libro que hoy se reseña aquí, El futuro de nuestra mente, editado en España por Debate, se darían cuenta que Kaku tiene razón en lo que afirma. Lo malo es que casi todas las personas poco preparadas suelen entender términos como telequinesia o telepatía en el sentido que nos ha transmitido la ciencia ficción, tanto en el cine como en la literatura. Pero nada más lejos de la realidad. Estos fenómenos, aparentemente paranormales y, por tanto, fuera de la ciencia, cobran pleno sentido cuando se observan desde el punto de vista de las interfaces cerebro-ordenador. De esta manera, se puede, en cierto sentido, interpretar que alguien ha movido objetos con su mente o se ha comunicado con el cerebro de otra persona, "leyendo" su pensamiento (telequinesia y telepatía). Y es a esto a lo que se refiere Michio Kaku en el libro. Nuestro conocimiento actual de la neurociencia, aunque primitivo aún, más el desarrollo tecnológico, han hecho posible que personas impedidas física o mentalmente hayan podido llevar a cabo tareas que hace décadas podrían haber sido consideradas imposibles, increíbles o poco menos que paranormales.
Yo me considero una persona escéptica pero una cosa es ser escéptico y otra muy diferente es ser escéptico fundamentalista. Y este último es aquel a quien todo le huele a malaciencia, magufería. Estos escépticos de profesión sospechan de todo, pero es porque se quedan en lo superficial de las afirmaciones. Más aún, yo creo que muchos de ellos ya juzgan las declaraciones de quienes ellos consideran como magufos con prejuicios, influenciados por otros escépticos fundamentalistas y utilizando argumentos ad hominem. Me temo que al profesor Kaku ya mucha gente le juzga por cosas que ha dicho o sigue diciendo de vez en cuando. Y repito, lo que yo pretendo aquí es centrarme única y exclusivamente en lo que he leído en sus libros, donde él mismo advierte que todo cuanto afirma no viola en absoluto las leyes conocidas de la física. Que luego el autor extrapole lo que conocemos en la actualidad gracias a esas leyes a un futuro más o menos lejano no constituye ningún pecado ni ofensa científica. Intentar describir cómo podría ser el futuro no es lo mismo que echar las cartas o timarte con una bola de cristal. Futurólogo no es sinónimo de adivino.
Quiero finalizar haciendo una confesión. Si yo soy divulgador es gracias, en parte, al profesor Kaku. Su forma de contar las cosas, con un lenguaje claro, preciso, fácil de seguir y continuamente salpicado de referencias a la ciencia ficción siempre he intentado imitarlo, aunque con mi toque personal e intransferible. Sí, lo reconozco públicamente, yo lo hago mejor, no digo magufadas y encima conozco más referencias cinematográficas y literarias de ciencia ficción que él.
P.D. Con el cabreo y el entusiasmo mezclados a partes iguales se me ha olvidado reseñar el libro propiamente. Espero que me sepáis perdonar, pero si me leéis entre líneas creo que ya sabréis lo que opino del libro. Si me aceptáis tres solas palabras, os diré que es ACO-JO-NANTE. Y si os sabe a poco, podéis leer en este enlace una reseña muchísimo mejor de mi amigo escéptico no fundamentalista Dani Torregrosa. Estoy de acuerdo con ella cien por cien.