El 25 de noviembre de 1915 un tal Albert Einstein presentaba ante la Academia Prusiana de Ciencias lo que a partir de entonces se conocería con el nombre de Teoría General de la Relatividad. Hoy se cumplen 100 años de aquel histórico evento científico, uno de los mayores logros intelectuales de la historia de la humanidad.
Para conmemorar semejante hazaña he querido rescatar uno de los capítulos de mi primer libro: La guerra de dos mundos (2008). Se trata de unos cuantos párrafos donde abordo el tema de la "paradoja de los gemelos", formulada originalmente por el propio Einstein y que él mismo resolvió utilizando su Teoría General de la Relatividad. Eso sí, ya sabéis que yo cuento las cosas con mi estilo. Espero que os guste a aquellos que no conozcáis mi libro y que volváis a disfrutarlo aquellos que ya lo hicisteis en su momento.
Año 19 antes de la batalla de
Yavin. En la remota colonia de asteroides de Polis Massa, una agonizante Padmé
Amidala da a luz a dos mellizos: un niño de nombre Luke y una niña conocida por
Leia. Una vez fallecida su madre, el venerable "anciano" jedi Yoda propone separar a los
dos mellizos con objeto de impedir que los malvados sith los encuentren. El
senador Bail Organa adopta a Leia y se la lleva al planeta Alderaan, mientras
que Obi-Wan entrega a Luke a Owen Lars y su mujer, los cuales se hacen cargo
del niño en el planeta Tatooine.
Seguro que estas líneas os
traerán unos increíbles recuerdos sobre una de las sagas más míticas en la
historia de la ciencia ficción. Se trata de La
guerra de las galaxias (Star Wars,
1977), un conjunto de seis películas que llegaron a nuestras tristes vidas
hasta entonces en forma de dos trilogías separadas por veinte largos años y
que, además, no seguían un orden cronológico ya que la primera de
ellas narraba aventuras y desventuras posteriores en el tiempo a las que tenían
lugar durante la segunda.
Tal y como puede leerse, por ejemplo, en Star Wars: la guía definitiva la galaxia muy, muy lejana en la que tienen lugar los acontecimientos de las películas de George Lucas, posee un diámetro que
supera los 100.000 años luz, […] y en ella “hay más de un millón de astros habitados:
mundos helados, volcánicos, desérticos, lunas selváticas e incluso ciudades
planeta. La invención de la hiperpropulsión, hace unos 25.000 años, unió a los
miles de especies inteligentes de la galaxia, hasta entonces aisladas, lo cual
dio lugar a la creación de la república Galáctica”. En la misma página del libro puede verse, asimismo, un mapa precioso de la galaxia en cuestión, con todos los mundos de
la mítica saga representados por diminutos puntitos, así como las rutas comerciales establecidas por
los exploradores galácticos que habían arriesgado sus vidas para descubrir
trayectorias estables por el hiperespacio que permitieran el comercio entre
sistemas distantes, evitando colisiones mortales con objetos en el espacio
físico. Y, claro, para alguien como yo es leer esto y enseguida se me revuelven los midiclorianos y
me asalta una pregunta: ¿qué demonios podrá ser el hiperespacio? Como soy un
auténtico cenutrio ignorante, me voy a la Wikipedia y leo que se trata de una especie de
región de nuestro universo que se puede utilizar como atajo a la hora de viajar
grandes distancias interestelares para desplazarse más rápido que la luz. La
verdad es que sigo más o menos igual de perplejo y me pongo a imaginar. ¿Será
el hiperespacio una suerte de mapa en el que las distancias entre dos puntos
son muy pequeñitas y si viajo por el mapa rápidamente aparezco en el punto de
destino real, una vez que salgo del dichoso hiperespacio? Sí, debe de ser algo
parecido. Bueno, vale, me conformo. Aunque, espera un momento, si me paro un poco a meditarlo, se
me ocurre que si ese supuesto mapa no es fácilmente interpretable, un pequeño
error de cálculo me podría llevar a miles de millones de kilómetros del lugar
deseado. ¡Menudo miedo! ¿Será por eso que los primeros exploradores de la
galaxia dieron sus vidas en la búsqueda de rutas hiperespaciales seguras? En
fin, confiaré en ellos y seguiré un poco más adelante. Pienso entonces en mis
rudimentarios conocimientos sobre la teoría de la relatividad especial de
Einstein. Siempre he oído hablar, discutir, argumentar sobre la conocida
“paradoja de los gemelos”. Como casi todos los libros la cuentan de la misma
manera, a mí se me ocurre pensar en algo un poco diferente. ¿Valdrá igual con
mellizos en lugar de gemelos? ¿Qué tal les habría ido a los hermanos Luke y
Leia si no hubiese nadie descubierto el hiperespacio hace tantos y tantos miles
de años? Y, sobre todo, ¿por qué si esto sucedió hace tanto tiempo, aquí en la
Tierra nadie lo sabe? A ver si los ovnis van a ser tipos de estos, sith o jedi,
que se pierden por el hiperespacio y no saben muy bien por donde andan. Mira
que si el mapa éste se les ha arrugado y ahora no encuentran el camino de
vuelta…
Bien, se me ocurre coger una
regla y medir la distancia entre los dos puntitos que representan Polis Massa y Tatooine en el dibujo tan bonito
que os comentaba más arriba. Resulta que me salen, teniendo en cuenta la escala, casi 40.000 años luz. Y si hago lo
mismo con Alderaan, pues unos 52.000. Voy a suponer que Obi-Wan emprende su
viaje con Luke en brazos justo en el mismo instante en que lo hace el senador Organa, llevando consigo a
Leia. A fuerza de no ser demasiado cruel con los bebés, supondré que las naves
en las que viajan están previsoramente dotadas de sistemas biberónicos criogenizados y
computerizados y a los niños no les faltará alimento. Si sigo con mi suposición razonable de que el hiperespacio es una leyenda
urbano-planetaria como otra cualquiera y me imagino que el tiempo de viaje
programado por Obi-Wan es de una semana (cuando hable a partir de ahora de
tiempos, lo haré según mi escala terrícola, para que podamos entendernos), las
ecuaciones de las transformaciones de Lorentz me dicen que la velocidad a la
que debe moverse constantemente la nave interestelar debe ser aproximadamente
del 99,99999999999 % de la velocidad de la luz. O lo que es lo mismo, la
distancia que deberían recorrer si la midiesen ellos sería la fracción
2.235.720-ésima de los 40.000 años luz que mediría un observador situado en
Polis Massa, el punto de origen del viaje. Por otro lado, si el senador Organa
no quisiese que las edades de los niños fuesen muy diferentes al llegar a sus
respectivos planetas de destino, debería elegir cuidadosamente la velocidad a
la que hacer el viaje a Alderaan. Así, si la velocidad escogida fuese la misma
que la de la nave con Luke a bordo, el tiempo transcurrido sería de 8,5 días,
es decir, los mellizos tendrían una diferencia de edades de 1,5 días. Nada que
no puedan arreglar un par de trenzas en forma espiral y un poco de maquillaje y
lápiz de labios. Ahora bien ¿y si el senador Organa, como buen político y, por
tanto, probablemente poco versado en física, no hubiese sido consciente de
semejante circunstancia y hubiese programado en el ordenador de a bordo de su nave una
velocidad diferente? ¿Y si ésta hubiese sido el 99,9999999999 % (un 9 menos que
antes) de la de la luz? Pues resultaría que el desfase entre los mellizos sería
ahora de 15 días. Todavía no demasiado preocupante. A medida que se van
quitando nueves de uno en uno de la velocidad se van obteniendo diferencias de
edad más y más grandes. Primero de 63 días (más de dos meses); luego de más de
7 meses; casi 2 años; algo más de 6 años; casi 20 años y, por último, para una
velocidad del 99,9999 % de la de la luz, Leia sería casi 62 años mayor que su
hermano mellizo. ¿Y lo más preocupante es la falta de biberones a bordo?
Confiaré más en la intuición y
sabiduría de Obi-Wan y supondré que el sabio maestro jedi sí advirtió al senador Organa antes del
inicio del periplo interestelar y ambos pudieron acordar el ajuste exacto de las velocidades de sus respectivas naves. Así, puede que en sus planetas de destino, los
dos mellizos sean prácticamente iguales en edad. No obstante, ahora me planteo lo
siguiente: cuando las tropas imperiales matan al tío Owen y su esposa y Luke
decide unirse a la rebelión viajando en el Halcón Milenario y, por su parte,
Leia se dedica a sus misiones diplomáticas viajando de sistema en sistema para,
finalmente, encontrarse de nuevo cerca de Yavin, donde tiene lugar la batalla
definitiva en la que la Estrella de la Muerte es destruida, ¿cómo es que parecen seguir teniendo la misma edad, aunque ellos no sepan que son hermanos? La
distancia entre Yavin y Tatooine es de 45.000 años luz, mientras que entre
Yavin y Alderaan es de sólo 25.000 años luz. Durante todos esos viajes,
deberían de haber ajustado muy precisamente sus velocidades para que, posteriormente,
sus relojes biológicos continuasen estando de acuerdo. ¿Quién eligió esas
velocidades y cómo lo hizo? Me quedo con dos sospechosos: el afable espíritu de
Obi-Wan o el pequeñajo, orejudo y verdoso maestro Yoda. Después de todo, cuando
algo no tiene explicación científica, siempre queda la socorrida Fuerza para resolver el
enigma…
¿Seguís confiando en la Fuerza?
Pues vale, ahí va esto como remate. Algún tiempo después de la batalla de
Yavin, nuestro joven amigo Luke Skywalker siente la llamada de la selva y viaja
al planeta Dagobah con objeto de recibir formación como caballero jedi. Con ésta aún
sin completar, recibe una visión remota, una percepción extrasensorial de sus amigos en peligro y emprende el viaje
hasta Bespin, donde el traidor Lando Calrissian les ha preparado un buen
recibimiento, pero antes le promete a Yoda que volverá para terminar lo que
empezó. Teniendo en cuenta que la distancia entre Bespin y Dagobah es de casi 18.000
años luz, me temo que para cuando Luke regrese, el anciano Yoda estará bastante
más arrugado. Menos mal que existe el hiperespacio…