Debo confesar que siempre he tenido un poco de tirria al tema de las partículas elementales y la verdad es que no sé muy bien el motivo. Supongo que será una tara mental, otra de las muchas que poseo. Y como siempre he hecho, desde que tengo uso de razón, cada vez que reconozco una de estas cerrazones, tarde o temprano, me lanzo a intentar acabar con ellas, más por orgullo que por el ansia de curiosidad y saber, virtudes estas solamente aptas para necios.
En fin, que hace ya un tiempo cayó en mis garras afiladas un libro cuya forma de ladrillo me agradaba sobremanera, produciéndome un cosquilleo muy especial, no en vano estaba escrito por uno de mis divulgadores preferidos: Sean Carroll, físico teórico en el Caltech.
Siempre desconfiado y temeroso por el título imponente del libro: "La partícula al final del universo" y más aún por el subtítulo: "Del bosón de Higgs al umbral de un nuevo mundo", decidí dejarlo en un estante de mi despacho, esperando la llamada de la selva. Pasaron los meses y por fin pude escuchar los aullidos llamando a mi cerebro, así que ni corto ni perezoso, me dispuse a sumergirme en la aventura consciente del peligro que corría mi triste vida. Y hete aquí que lo que me encontré en aquellas 300 y pico páginas me sorprendió muy gratamente.
Efectivamente, no se trataba de ninguna manera del típico bodrio metrallonil con el que los físicos de partículas suelen liquidar a todo lector que se les ponga por delante con esa verborrea insoportable plagada de nombres impronunciables e imposibles de recordar luego en las charlas de café, donde los legos gustamos de presumir con toda la pedantería de la que somos capaces. Al contrario, el libro de Carroll me causó muy grata impresión porque estaba perfectamente organizado, se hacía fácil de leer y abordaba las cuestiones de principio a fin, con una lógica impecable. Total: en una semana, liquidado.
¿Y de qué trata "La partícula al final del universo"? Pues, como ya habréis podido adivinar, ni más ni menos que de la historia del descubrimiento de la puñetera "partícula divina", el cacareado bosón de Higgs. Pero no solamente su historia, sino también la física que le precedió, la física que le acompaña y también la más que probable física que habrá de venir después de él: supersimetría y dimensiones extra, entre otras lindezas.
El libro de Carroll, editado por Debate, está dividido en 13 breves capítulos que abarcan desde la idea original de Peter Higgs hasta la teoría de cuerdas, pasando por la historia de los aceleradores de partículas, el Modelo Estándar, las rupturas de simetría, etc. Todo ello expuesto, salvo excepciones muy puntuales, con una claridad solamente al alcance de los divulgadores privilegiados, entre los que se encuentra el bueno de Sean.
Si quieres introducirte de una forma amable, sin traumas, en el proceloso campo de la física de las partículas elementales, el campo de Higgs, y saber de una vez por qué los fermiones, bosones y demás guarrerías poseen masa, no lo dudes, con este libro lo conseguirás sin perecer en el intento. Y no te preocupes, si feneces, yo mismo acudiré a tus exequias y te obligaré a resucitar de entre los muertos...
En fin, que hace ya un tiempo cayó en mis garras afiladas un libro cuya forma de ladrillo me agradaba sobremanera, produciéndome un cosquilleo muy especial, no en vano estaba escrito por uno de mis divulgadores preferidos: Sean Carroll, físico teórico en el Caltech.
Siempre desconfiado y temeroso por el título imponente del libro: "La partícula al final del universo" y más aún por el subtítulo: "Del bosón de Higgs al umbral de un nuevo mundo", decidí dejarlo en un estante de mi despacho, esperando la llamada de la selva. Pasaron los meses y por fin pude escuchar los aullidos llamando a mi cerebro, así que ni corto ni perezoso, me dispuse a sumergirme en la aventura consciente del peligro que corría mi triste vida. Y hete aquí que lo que me encontré en aquellas 300 y pico páginas me sorprendió muy gratamente.
Efectivamente, no se trataba de ninguna manera del típico bodrio metrallonil con el que los físicos de partículas suelen liquidar a todo lector que se les ponga por delante con esa verborrea insoportable plagada de nombres impronunciables e imposibles de recordar luego en las charlas de café, donde los legos gustamos de presumir con toda la pedantería de la que somos capaces. Al contrario, el libro de Carroll me causó muy grata impresión porque estaba perfectamente organizado, se hacía fácil de leer y abordaba las cuestiones de principio a fin, con una lógica impecable. Total: en una semana, liquidado.
¿Y de qué trata "La partícula al final del universo"? Pues, como ya habréis podido adivinar, ni más ni menos que de la historia del descubrimiento de la puñetera "partícula divina", el cacareado bosón de Higgs. Pero no solamente su historia, sino también la física que le precedió, la física que le acompaña y también la más que probable física que habrá de venir después de él: supersimetría y dimensiones extra, entre otras lindezas.
El libro de Carroll, editado por Debate, está dividido en 13 breves capítulos que abarcan desde la idea original de Peter Higgs hasta la teoría de cuerdas, pasando por la historia de los aceleradores de partículas, el Modelo Estándar, las rupturas de simetría, etc. Todo ello expuesto, salvo excepciones muy puntuales, con una claridad solamente al alcance de los divulgadores privilegiados, entre los que se encuentra el bueno de Sean.
Si quieres introducirte de una forma amable, sin traumas, en el proceloso campo de la física de las partículas elementales, el campo de Higgs, y saber de una vez por qué los fermiones, bosones y demás guarrerías poseen masa, no lo dudes, con este libro lo conseguirás sin perecer en el intento. Y no te preocupes, si feneces, yo mismo acudiré a tus exequias y te obligaré a resucitar de entre los muertos...
Hace tiempo leí (o escuché, no recuerdo) a un físico y no sé si divulgador estar en contra de determinada divulgación porque consideraba que las analogías presentadas no proporcionaban una idea fidedigna de lo que se intentaba explicar. ¿Cree que este libro lo consigue?
ResponderEliminarPor otro lado, casi me sorprende alguien titulado en física, al que supongo un conocimiento genuino de las materias en cuestión, encuentre atractivos estos libros de divulgación y no se aburra leyendo sobre asuntos que ya domina.
Gracias por molestarse en enseñarnos a los legos.
Si usted piensa que alguien titulado en física sabe TODA la física que existe, entonces es que usted no tiene ni idea de cómo va esto.
EliminarPor supuesto que me gustan estos libros porque me permiten aprender y saber sobre cosas que no domino ni tengo tiempo para dominar. El siglo XVI terminó ya hace más de 400 años. Se fueron los tiempos en el que los científicos sabían TODO de TODO. Hay demasiado saber acumulado y tan sólo nos dedicamos a un trocito minúsculo de ese saber. esto se llama especialización. Y ha venido para quedarse...
Un saludo.
No entiendo en qué le he ofendido para limitarse a poner de manifiesto mi ignorancia y ni siquiera contestar a mi pregunta. Por supuesto que soy un ignorante en esto como en muchísimas otros temas. Si no lo fuese ¿para qué iba a visitar su blog?
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