Lectura del Santo Evangelio según San Juan 2: 1-11
1 Y al día
tercero se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de
Jesús.
2 Fueron también
invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y como
faltase el vino, dice a Jesús su madre: "No tienen vino".
4 Y le dice
Jesús: "¿Qué tenemos que ver tú y yo, mujer? Todavía no ha llegado mi
hora.
5 Dice su
madre a los que servían: "Todo cuanto él os diga, hacedlo.
6 Había allí
seis hidrias de piedra, destinadas a la purificación de los judíos, cada una de
las cuales podía contener de dos a tres metretas.
7 Díceles
Jesús: "Llenad de agua las hidrias". Y las llenaron hasta arriba.
8 Y les dice:
"Sacad ahora y llevadlo al maestresala". Y lo llevaron.
9 Mas cuando
gustó el maestresala el agua hecha vino —y no sabía de dónde era, pero sabíanlo
los que servían, que habían sacado el agua—, llama al esposo el maestresala
10 y le dice: "Todo hombre pone primero el
buen vino, y cuando están ya bebidos, pone el peor; tú has reservado el vino
bueno hasta ahora.
11 Este que
fué el principio de los milagros hízolo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó
su gloria y creyeron en él sus discípulos.
Sus
discípulos creerían en él, pero lo que es una servidora, tiene sus dudas. Vamos
a ver, ¿cómo es posible transformar agua en vino, así, a pelo? ¿Sabía Jesús más
química que los químicos? ¿Era vino peleón y, como tal, más agua que otra cosa?
¿No solucionaría el milagro de las bodas de Caná con unos simples polvillos de
colorante barato del Mercadona de Galilea? Que no cunda el pánico entre los
fieles. Tengamos fe en nuestro Señor y supongamos que el agua era agua y el
vino era un cosechero con un 12 % de alcohol etílico (también conocido como
etanol) en volumen, por decir algo con un poco de sentido. Si mantenéis la fe y
seguís leyendo, llegaréis a la conclusión de que tendría aún más mérito haber
transformado el agua en ron, ginebra o vodka.
Bien,
la primera cuestión que debemos resolver tiene que ver con la cantidad de agua
contenida en las seis hidrias de las que habla el Evangelio. Como quiera que en
cada hidria cabían de dos a tres metretas y éstas, a su vez, equivalen a 38,88
litros de los que usamos hoy en día para expresar la capacidad de nuestras
botellas, resulta muy sencillo estimar que el milagro hubo de llevarse a cabo
con entre 466,56 y 699,84 litros de agua. Por sencillez, tomaré como valor
aproximado una cifra de 600 litros redondos y lirondos.
En
segundo lugar nos encontramos con un problema un tanto sutil y bastante más
peliagudo que el anterior. En efecto, ¿cómo llevar a cabo la transformación de
agua pura, una sustancia compuesta por hidrógeno y oxígeno, en etanol, un
compuesto que contiene átomos de carbono? ¿De dónde sacó Jesús el carbono? No,
no me contestéis. Yo misma os propongo una solución fácil: utilizó el dióxido
de carbono del aire o, mejor aún, lo exhaló en su respiración. ¿Correcto?
Vale,
pasemos a otra cosa, mariposa. La reacción química de la combustión del etanol
es de sobras conocida. En ella, un mol de etanol líquido se combina con tres
moles de oxígeno gaseoso para dar como resultado tres moles de agua líquida y
dos moles de dióxido de carbono gaseoso. Más o menos, así:
C2H6O(l)
+ 3 O2(g) à 3 H2O(l)
+ 2 CO2(g)
No
tenemos más que recordar este magnífico post donde os hablaba de las bondades
de la entalpía de reacción, una maravillosa función de estado con la que los
químicos se llevan muy bien desde hace muchos muchos años. Pues bien, el caso
es que cuando uno se entretiene por un momento en calcular el valor del cambio
experimentado por la entalpía para la reacción expresada más arriba, y para
ello no hay más que efectuar unas elementales operaciones algebraicas con los
datos disponibles en estas tablas, se obtiene un número muy significativo: -
1170 kJ/mol. Lo realmente interesante de esta cifra no es su valor numérico
concreto, sino su signo negativo, pues esto nos está indicando que la reacción
química a la que se refiere es exotérmica, es decir, se produce una liberación
de energía. Dicho de otra forma: la reacción química del etanol con el oxígeno
es espontánea, mientras que la reacción inversa, la de combinación de agua con
dióxido de carbono para dar lugar a alcohol etílico y oxígeno ha de ser
forzosamente endotérmica o, lo que viene a ser lo mismo, nunca sucederá si no
se le aporta energía de forma externa. Oh, Señor Jesús, volvemos a necesitarte…
Pero
aquí no terminan los poderes de Cristo, no os vayáis a creer. Por si no lo
tenía suficientemente complicado, y muchos de ustedes se estén preguntando de
dónde sacaría el hijo de Dios la energía necesaria para que el agua se
convirtiese en vino, aún debemos sumarle otra dificultad a nuestro Señor, y
ésta no es otra que la energía de activación para que la reacción tenga lugar,
pues no siempre que dos moléculas se encuentran reaccionan necesariamente y
casi siempre es necesario darles un “empujoncito”. En ocasiones, suele ser muy
apreciada la presencia de una sustancia denominada catalizador, que hace las
funciones de poner la reacción en marcha o facilitarla, cuando menos,
disminuyendo en mayor o menor medida la energía de activación necesaria.
Dándole
una vez más el beneficio de la duda a nuestro Cristo salvador admitiremos que
Él, solamente Él y nadie más que Él conoce el secreto del catalizador perfecto.
Así pues, lo único que resta es el cálculo de la cantidad de energía que es
imprescindible aportarle al agua para que se obre la maravilla y las seis
hidrias aparezcan rebosantes de vino, por obra y gracia del Espíritu Santo,
¿quién si no?
Bien,
vamos con ello, nada más fácil. Si recordamos que en los recipientes teníamos
unos 600 litros de agua y que el vino era cosechero con un 12 % de alcohol en
volumen, conociendo la masa molar del agua (18 g/mol) se obtiene que el número
de moles de ésta debe ascender a 4000. Procediendo de forma análoga con el
dióxido de carbono, el etanol y el oxígeno (por cada 3 moles de agua se
requieren 2 de dióxido de carbono, uno de etanol y 3 de oxígeno, tal y como se
puede ver en la reacción química de más arriba) a estos les corresponden,
respectivamente, 2667, 1333 y 4000 moles. Volviendo una vez más a la tabla con
los valores de las entalpías, resulta que la energía que Jesús debe aportar a
la reacción endotérmica asciende a 1656 millones de joules. Dicho en lenguaje
más vulgar, el equivalente a detonar una bomba de unos 400 kg de TNT. ¡Milagro,
milagro!
Palabra
del Señor…
Fuente original:
B. Irwin, P. Hicks, H. Lerman Water into Wine, Journal of Physics Special Topics, Vol. 12, No. 1 (2013)
Bru-tal. Es genial, me encanta.
ResponderEliminarAl principio pensaba que ibas a explicar un posible truco químico con colorantes, levadura ultra-rápida y azúcar, o algo así para que el milagro tuviera lugar. Pero el post es todavía más original. No sólo por la forma de desmontar el milagro (lo haces súper entretenido) sino también por la lección de termodinámica que das así, zas, como quien no quiere la cosa, y que puede ser súper útil para explicar a alumnos de Química muchísimos conceptos.
Muchas gracias. Con tu permiso, me lo guardo en Evernote.
Para alguien que era hijo de un tío que había creado el todo a partir de la nada... no es para tanto.
ResponderEliminaryo siempre había pensado que los familiares de jesus se dedicaban al contrabando de vino y para transportarlo lo hacían en tinajas que supuesta-mente contenían agua ( eso era lo que le dirían a los soldados romanos cuando los detenían en el camino) así el milagro es muy fácil.....en las tinajas siempre hubo vino solo que escribieron en la etiqueta que era agua y así evitar el pago de los impuesto a roma.
ResponderEliminarMuy buena conclusión... salvo por un pequeño detalle
EliminarJuan 2:7 Jesús les dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba.