Cinco formas mediante las que una civilización extraterrestre avanzada podría ser detectada

Hace unos meses leí un libro que hacía tiempo descansaba en los estantes de mi despacho de la facultad: "Un silencio inquietante", de Paul Davies, uno de los grandes divulgadores actuales. Me gustó porque me gusta el tema de las civilizaciones extraterrestres y cómo los humanos estamos intentando lanzar mensajes al espacio con los que potencialmente poder comunicarnos con ellos, si es que existiesen y tuviesen la capacidad de comunicarse con nosotros.

Paul Davies es una de las cabezas visibles del célebre proyecto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), pero también es crítico con él, y no es el único. Piensa que quizá se encuentra actualmente un tanto estancado y que debería abrirse a nuevas posibilidades.

Me gustaría compartir con vosotros algunas de las sugerencias que Davies recoge en su libro, mediante las cuales podríamos detectar una civilización alienígena avanzada que pretendiese comunicarse con otras, como nosotros mismos. A decir verdad, ni siquiera sería necesario que su intención fuera la comunicación, bastaría con que su tecnología fuese suficientemente avanzada (según nuestra concepción de la misma) y que la utilización de esa tecnología dejara una huella reconocible para nosotros u otras civilizaciones a la escucha.


Opción 1.- ¿Y si ET transmitiera señales mediante intensos haces de neutrinos?

Actualmente, y desde que se puso en marcha allá por la década de 1970, el proyecto SETI se centra casi exclusivamente en la emisión/detección de ondas de radio procedentes del espacio exterior. Tanto las radiofrecuencias como el láser, tienen la ventaja de que, a determinadas frecuencias, no interaccionan con el polvo interestelar presente en abundancia en el plano de nuestra galaxia.

Los neutrinos, al ser unas partículas subatómicas carentes de carga eléctrica y con una masa extraordinariamente pequeña, apenas interaccionan con la materia y, en consecuencia, poseen un gran poder de penetración. De hecho, unos 63.000 millones de neutrinos llegan a la Tierra y chocan cada segundo con cada centímetro cuadrado de la superficie de nuestro planeta expuesta a la luz solar, saliendo por la cara oscura sin apenas inmutarse, tras recorrer más de 12.500 kilómetros. La pega de todo esto es que estas partículas son prácticamente indetectables, requiriéndose para ello construir enormes detectores subterráneos formados por extensiones de agua o hielo de hasta un kilómetro de anchura o más. Un neutrino que casualmente interaccionase con las moléculas de agua produciría un destello luminoso detectable.


Sabemos que los neutrinos proceden de fenómenos estelares violentos tales como las supernovas, los agujeros negros o incluso de la materia oscura. Pero ¿qué sucedería si los extraterrestres tuviesen la capacidad de producir intensos haces de neutrinos altamente energéticos, por ejemplo, mediante el empleo de aceleradores de partículas y colisiones de electrones con positrones? Quizá así pudiésemos detectar los bosones W con una energía típica de 6,3 PeV (miles de billones de electrón-volts) que se producen al reaccionar los neutrinos con la materia ordinaria. Un bosón W con esta energía tan concreta constituiría una evidencia clara de la presencia de haces intensos y poderosos de neutrinos difícilmente achacables a fenómenos naturales.


Opción 2.-  ¿Y si ET optase por situar una baliza en algún lugar?

Una cuestión decisiva a la hora de decidir la emisión de una señal por parte de una civilización avanzada es la que tiene que ver con el consumo energético. No es lo mismo transmitir una señal de forma continuada e ininterrumpida en el tiempo que una señal en forma de pulso. Más aún, cuanto mayor sea la frecuencia de la señal tanto mayor será su eficiencia. En este sentido, una opción bastante razonable sería la emisión de pulsos a unos 10 GHz. Pero ¡cuidado!, ha de haber un compromiso entre la duración de cada pulso y el tiempo entre cada dos de ellos consecutivos. Los expertos han estimado que, de forma razonable, dicho compromiso estaría alrededor de un pulso al año de un segundo de duración.


Como sucedía con la emisión de haces de neutrinos, el problema vuelve a ser la detección. Imaginando, por un momento, que tuviésemos la inmensa fortuna de captar hoy uno de estos "beep" anuales de un segundo de duración, ¿cómo confirmamos que se trata de una señal procedente de una civilización inteligente? La técnica habitual consiste en desviar el telescopio del punto del que procede la emisión y comprobar que la señal desaparece; a continuación, se vuelve a orientar el instrumento hacia el mismo punto de donde procedía la potencial emisión original. Ya no la volveríamos a detectar, ya que se demoraría un año y, por tanto, interpretaríamos la señal como espúrea o falsa. En este sentido, quizá lo anterior explicase lo que sucedió el 15 de agosto de 1977, cuando Jerry Ehman descubrió entre la maraña de información recopilada por el radiotelescopio Big Ear, perteneciente a la Ohio State University, una extraña señal que se prolongó durante aproximadamente 72 segundos. En el margen del papel donde figuraban los datos escribió en color rojo la palabra Wow!, por la cual hoy conocemos a esta señal. Desde entonces, nunca más se ha vuelto a detectar, a pesar de dirigir en varias ocasiones el telescopio en la misma dirección. Y no ha sido la única señal extraña que hemos detectado aquí en la Tierra. Otros fenómenos, conocidos como FRB o pulsos de Lorimer, también han sido propuestos como posibles comunicaciones extraterrestres.


Opción 3.- ¿Y si ET optase por esconder una sonda en el Sistema Solar?

Cabría la posibilidad, por muy remota que fuese, de que una civilización alienígena nos hubiese visitado en el pasado y, tras haber constatado nuestro enorme retraso tecnológico en la Tierra o incluso la ausencia de vida en el resto de planetas del Sistema Solar, hubiese optado por dejar una señal de su paso por aquí en forma de sonda espacial, tal vez oculta en el cinturón de asteroides, o sumergida en la atmósfera de uno de los gigantes gaseosos como Júpiter, Saturno o Urano, o quién sabe si en la helada superficie de algún que otro satélite. ¿Cómo la podríamos detectar hoy en día? ¿Cómo nos harían saber que son extraterrestres? Evidentemente, parece razonable suponer que deberían optar por lanzarnos una señal inequívoca, a semejanza de lo que hizo en su momento el mismo Carl Sagan en su novela Contacto, por ejemplo, cuando los habitantes del sistema de la estrella Vega nos hacen llegar una de nuestras propias emisiones televisivas, en concreto el discurso de inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín, por parte de un tal Adolf Hitler, en 1936 y que constituyó la primera emisión televisiva de la especie humana.

Otra opción sería intentar conectar con nosotros a través de Internet. De hecho, existe una web dedicada actualmente a esto precisamente, a recoger la posible señal de comunicación de una civilización alienígena avanzada. Su dirección es http://www.ieti.org y en más de una ocasión ha sido accedida por algún que otro bromista que ha sido rápidamente "cazado", aunque también hay que reconocer que ha habido otros falsos ETs con los que no ha resultado tan sencillo. Y esto ha contribuido precisamente a desarrollar tácticas y técnicas que pudieran ser útiles a la hora de distinguir una inteligencia humana de otra extraterrestre. Así, como ejemplo, suponed por un momento que ET nos encontrase. ¿Hasta qué punto resultarían razonables los argumentos empleados por guionistas de cine o autores de ciencia ficción? ¿Es la biología terrestre compatible con ET? ¿Podrían alimentarse con nuestras plantas, animales o de nosotros mismos? ¿Podrían ser letales para ellos nuestros microorganismos, como las bacterias o los virus?


Opción 4.- ¿Y si ET emplease alguna fuente de energía exótica?

Una de las cuestiones que más ha suscitado mi interés por las civilizaciones extraterrestres es la que tiene que ver con sus potenciales fuentes de energía. Si en realidad procediesen de lugares lejanos, muy lejanos del universo, ¿qué tipo de propulsión utilizarían para llegar a su destino o durante sus excursiones por el espacio interestelar o intergaláctico? Al fin y al cabo, los impedimentos de la teoría general y especial de la relatividad ahí están y suponemos que son correctos. ¿Cómo han hecho para viajar hasta aquí en un tiempo razonable? ¿O es que el tiempo es irrelevante para ellos? ¿Son inmortales? ¿Han descubierto formas desconocidas para nosotros, aunque no prohibidas por nuestras mismas leyes de la física? ¿Han encontrado y aprendido a manejar agujeros de gusano? ¿Saben extraer energía del vacío? ¿O han optado por monopolos magnéticos?

Aunque no os lo creáis, preguntas como las anteriores y otras muchas han sido planteadas por científicos y pensadores de todo el mundo. De hecho, la cuestión de la energía del vacío ha sido una de las más debatidas en los últimos años, aprovechando el enorme interés que ha suscitado el descubrimiento de la denominada energía oscura. Sin embargo, la cuestión parece zanjada desde que se sabe que una hipotética nave que emplease la energía oscura como combustible violaría una de las leyes físicas mejor establecidas y que menos dudas provoca su validez universal: el segundo principio de la termodinámica. Al igual que un barco jamás podría funcionar siendo impulsado únicamente al extraer calor del agua del océano y no devolver parte de esta energía a otro foco térmico a una temperatura inferior, una nave espacial tampoco podría viajar extrayendo energía del vacío, ya que debería existir un estado de menor energía donde transferir parte de ésta que no hubiese producido trabajo útil.

La otra opción a considerar es la que tiene que ver con la existencia de los célebres monopolos magnéticos producidos durante los primeros instantes del Big Bang, el acontecimiento singular que dio origen a nuestro universo. Si ET fuese capaz de generar/manejar estos monopolos como fuentes de energía, aquí en la Tierra podríamos detectar enormes flujos de electrones y positrones altamente energéticos y difícilmente atribuibles a fenómenos naturales. Algo así pareció suceder en una ocasión con un globo sonda a 37 km de altura sobre la Antártida y como tal quedó recogido en un artículo del The New York Times publicado el 25 de noviembre de 2008 titulado "A whisper, perhaps, from the universe's dark side".


Opción 5.- ¿Y si ET hubiese construido su civilización alrededor de alguna gigantesca estructura?

Una de estas estructuras a las que hago referencia arriba podría ser algo así como una esfera de Dyson, una gigantesca mole que rodearía a la estrella que da luz y calor al planeta de ET, si es que vive en uno, y cuyo propósito sería extraer toda la energía de la estrella madre para ser aprovechada por la civilización de turno que la construyó. Hay que tener en cuenta que los humanos tan solo capturamos una porción ínfima de toda la energía que genera el Sol, prácticamente en su totalidad se pierde en forma de radiación hacia el espacio.

Una esfera de Dyson atraparía una ingente cantidad de calor, pasando a comportarse como un cuerpo negro y emitiendo energía con un espectro infrarrojo muy característico que sería susceptible, en principio, de ser detectado e identificado como proveniente de algo artificial, tal como una civilización avanzada. Todas las tentaivas llevadas a cabo hasta el momento en este sentido han resultado infructuosas.

Otra posibilidad a tener en cuenta sería el caso de las civilizaciones que estuviesen viviendo alrededor de una estrella de neutrones o un agujero negro en rotación y que, tal como sugirió hace décadas John Wheeler, extrayesen energía de allí precisamente empleando la enorme velocidad de giro de estos objetos astronómicos. Según los cálculos estimativos de Roger Penrose, colaborador durante años del mismísimo Stephen Hawking, hasta un 30 % de la masa de un agujero negro podría ser energía de rotación susceptible de ser utilizada por una tecnología suficientemente avanzada. Si se arrojan objetos (desperdicios, basura, etc.) al interior del agujero negro en rotación desde una distancia determinada y según una órbita prefijada, estos pueden salir de nuevo de allí con más energía (extraída de la misma rotación del agujero negro) de la que poseían al entrar. Esto puede usarse, por ejemplo, para lanzar naves espaciales a velocidades relativistas próximas a la de la luz y viajar a otras estrellas o galaxias.


El caso es que tras más de cuatro décadas de búsqueda infructuosa, seguimos sin saber muy bien qué opciones barajarían otras civilizaciones inteligentes en caso de querer comunicarse con nosotros o con otras distintas a nosotros, no sabemos siquiera si querrían comunicarse o ser detectados. No tenemos ni idea de si existen o no existen otras formas de vida no terrestres y mucho menos aún si estas formas de vida poseen inteligencia. Como decía Carl Sagan, en cualquier caso la conclusión es asombrosa...

6 comentarios:

  1. Mi preferida es la primera, será porque tengo debilidad por los neutrinos y porque los del detector MINERvA publicaron esto hace ya casi tres años http://arxiv.org/abs/1203.2847

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  2. lo que más me fascina de una civilización inteligente y avanzada es preguntarme constántemente si ellos tendrían otro tipo de inteligencia, otra forma de concebir el universo.

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  3. Me gustó mucho el libro porque Davies usa el sentido común. El capítulo dedicado al primer contacto (creo que el último o casi) rebosa de ello. Aunque parezca una tontería los científicos son personas sujetas a prejuicios y ET es uno de los temas que más emociones levanta.

    Personalmente me siento como Davies. De niño soñaba con extraterrestres hasta el punto que era uno de los temas que más me inclinaban hacia la Ciencia. Hoy mismo aceptaría una invitación vulcaniana a un viaje sin retorno, pero con el tiempo he llegado a ser profundamente escéptico y me inclino a pensar que somos los "raros" del Universo. Me encantaría equivocarme.

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  4. Gran artículo. Lo que no acabo de ver es lo del pulso una vez al año, no lo veo útil.

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    1. Ignoro cómo se ha llegado a esa conclusión pero no se debe olvidar que lo de "mucho" o "poco" tiempo depende fuertemente de la velocidad a la que vives. Para una mosca que vive unos días, un año es más que una eternidad, pero para un ser que viviese, pongamos, 10.000 años, un año no es mucho. Es poco probable que haya organismos inteligentes que vivan lo mismo que una mosca, pero lo más lógico es que los seres inteligentes avanzados hayan descubierto la forma de prolongar su vida mediante alteraciones genéticas o convirtiéndose en robocop. Sé que Asimov consideraba que los Auroranos o Solarianos de vida larga producen estancamiento teniendo en cuenta la mentalidad humana, pero yo creo que el gusto por vivir es mucho más fuerte.

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    2. Tienes razón y estoy de acuerdo contigo. Cuando digo que el viaje durase un tiempo razonable, me estoy refiriendo a la esperanza de vida de la civilización extraterrestre aludida.

      ¡¡Saludos, terrícola!!

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