Y dalek e te pego, doctor Who... ¡hacia el centro de la Tierra!


El doctor (sí, ya lo sé, no el doctor Who), en compañía de sus nietas Susan y Louise y del agente de policía Tom Campbell, viajan a bordo de la mítica TARDIS (Time And Relative Dimension In Space) hasta el Londres del año 2150. Una vez allí, se encuentran con una ciudad devastada, prácticamente en ruinas. Los malvados daleks, unos alienígenas con aspecto de robots en forma de cubo de basura o salero, según se mire, procedentes del lejano planeta Skaro, pretenden invadir nuestro planeta a base de bombardearlo con meteoritos y rayos cósmicos (como si no nos bombardeasen suficientemente ellos solitos sin necesidad de azuzarlos). Pero hay algo más: a algunos humanos les están aplicando una técnica para convertirlos en robots a sus órdenes, las cuales son dadas a los cibernéticos esclavos mediante un método único y sofisticado: un micrófono. Estos humanos-robots, especie de cyborgs con casco, gafas de sol y trajes de látex negro que más bien les hace parecer dominatrixes ansiosas de lujuria de pago por sesión tienen la misión de capturar y someter a los humanos normales, los que no han pasado el "test de inteligencia" necesario para ser "robomen", y que serán destinados a realizar trabajo físico en una mina controlada por los daleks. ¿Cuál es el oscuro propósito de esta mina? Dejemos que los propios protagonistas de la maravillosa película aludida en el párrafo anterior, Los daleks invaden la Tierra- 2150 A.D. (Dalek's Invasion Earth: 2150 A.D., 1966) sean quienes nos lo cuenten:

- ¿Qué sabe usted acerca de esta mina?

- Que ya están acabando.

- ¿Sabe qué hacen?

- Sí, los daleks van a extraer el núcleo de la Tierra. Tienen la intención de pilotar el planeta y utilizarlo como una nave espacial.

- ¡Eso es imposible!

- Tal vez. Han encontrado una fractura en la corteza terrestre y van a utilizarla como un "cutter" de diamante. Han colocado explosivos para que caigan por esa fractura y el núcleo metálico saldrá despedido hacia el Sol. No me atrevo a decirle a la gente que esto quedará reducido a átomos.


Bueno, ¿qué os ha parecido, mis fieles lectores? ¿No estáis deslumbrados por la originalidad del argumento? Nada menos que extraer "a bombazos" el núcleo externo de la Tierra, una mole de algo más de 2.200 kilómetros de espesor formada por metal incandescente en estado líquido que constituye casi un tercio de la masa total de nuestro planeta. ¿Cómo lograr que salga despedido hacia el Sol? ¿A puro chorro y a toda presión por el mismo agujero por el que fue introducida la bomba? Pues entonces habrá que esperar a mediodía, ¿no? Justamente para que la Tierra salga despedida en sentido contrario, como si de una gigantesca arma de fuego se tratara. Pues no, no es así. La lógica no siempre funciona en las películas de ciencia ficción, mis queridos amigos. En efecto, los retorcidos daleks pretenden, una vez extraído el núcleo metálico terrestre, introducir en su lugar una especie de motor con el que controlar el desplazamiento de la Tierra por las insondables profundidades del proceloso océano interestelar. Escuchemos la voz de los sibilinos seres atrapados en generosos saleros metálicos (los guiones separadores de sílabas son míos para dar sensación de voz robótica):

- El nú-cle-o ex-te-rior del pla-ne-ta ha si-do pe-ne-tra-do...

- Pro-ce-dan a la co-lo-ca-ción de-fi-ni-ti-va de la cáp-su-la con ex-plo-si-vos [...]

- Cuan-do se ha-ya e-fec-tu-a-do la ex-trac-ción- del nú-cle-o mag-né-ti-co pi-lo-ta-re-mos es-te pla-ne-ta has-ta lle-var-lo jun-to al nues-tro y lo o-cu-pa-re-mos.

¡Genial! Una solución de lo más práctico. Mejor darse un viaje turístico de miles de años luz hasta otro planeta, capturarlo con un lazo y llevárselo de regreso que haber pilotado Skaro hasta la Tierra. Claro que siempre queda la opción de que su mundo de origen no posea un núcleo magnético que destripar para ser cabalgado a gusto.


Pero volvamos a la cuestión. La única esperanza que le queda a nuestro mundo es la inteligencia del doctor. ¿Cómo resolverá éste el acuciante problema que nos aguarda? Pues los que me conocéis, supongo que no tendréis ninguna duda al respecto. ¿Cómo se arreglan los efectos de un bombazo en una película? ¡Exacto! Con otro bombazo similar o más potente. Escuchemos de nuevo las explicaciones del sabio doctor. Os van a encantar:

- [Señalando en un mapa del interior de la mina excavada por los daleks] Este es el pozo principal excavado por los daleks. Conduce directamente a la fractura. Aquí al lado se encuentra el pozo original de la antigua mina que conduce al punto de reunión de la influencia magnética de los polos norte y sur.

- Ahora este pozo está cerrado.

- Sí, sí, sí, sí, pero si pudiéramos desviar su bomba hacia la antigua mina, el campo magnético así liberado sería lo suficientemente potente como para succionar a los daleks hacia el centro de la Tierra.

Así pues, el plan consiste en que la bomba (como ya os lo había advertido) sea detonada en otro sitio diferente al previsto inicialmente por los mezquinos alienígenas, pero que estalle, de todas formas (despreciar la pirotecnia en el cine no está demasiado bien visto). De esta guisa, la energía magnética liberada será tal que actuando sin compasión sobre las metálicas estructuras corporales de los daleks, éstos se verán irremediablemente arrastrados a las profundidades de nuestro planeta, donde acabarán reuniéndose con el núcleo del que malvadamente pretendían despojarnos. Y es que la influencia magnética de los polos norte y sur es de lo peorcito que te puedes encontrar en tu periplo hacia el centro de la Tierra, a no ser que decidas viajar en compañía del profesor Lidenbrock y sus amigos. Cierto es que el campo magnético terrestre es un gran desconocido, pero de aquí a que se convierta en una especie de aspiradora capaz de llevarse selectivamente los corpachones metálicos de despiadados alienígenas desdeñando el resto de objetos semejantes, va un mundo (nunca mejor dicho...).

No quiero finalizar sin exponeros un detalle fantástico en el que reparé la tercera vez que ví la película. Voy con ello. Cuando los daleks se disponen a soltar la bomba por el orificio practicado en la corteza terrestre y sin entender demasiado bien el motivo, deciden disponer una emocionante "cuenta atrás", similar a la de cualquier lanzamiento de una misión espacial. Pues bien, en un alarde de originalidad lingüistica, los daleks nos muestran que su física, evidentemente, es distinta a la de los terrícolas y que las unidades en que miden el tiempo no son ni los segundos, ni los minutos ni las horas. No, lo suyo son los "rels". Y, claro, como no podía ser de otra forma, disponen de un cronómetro debidamente calibrado en esta unidad temporal. Lo más curioso es que cuando el reloj se pone finalmente en marcha, los rels daleksianos parecen transcurrir casi al mismo ritmo que los segundos terrestres, no habiendo diferencia apreciable entre ambos. La Tierra dispone, entonces, de muy poco tiempo ya que, en voz de los robots:

- La bom-ba es-tá pro-gra-ma-da. El lan-za-mien-to se-rá a 20 rels y la de-to-na-ción a 50 rels.

- Sí-gan-me ha-cia la na-ve cuan-do el in-di-ca-dor mar-que 40 rels.


Si repasáis un poquito las cosas que antes se estudiaban en el colegio, no os costará recordar el tiempo que nos llevaría un hipotético viaje a través de un diámetro terrestre si nos dejásemos caer libremente por un túnel practicado a tal efecto. Entonces tampoco os llevará demasiado esfuerzo juzgar lo razonable de la propuesta de los daleks, siempre que tomemos los "rels" como segundos, pues en un lapso de 30 la bomba no habrá recorrido una distancia apreciable en su pretendido camino hacia el núcleo magnético. Aunque lo mejor de todo es que cuando el plan del doctor surte, afortunadamente, efecto y el artefacto explosivo es desviado de su rumbo, en lugar de caer libremente (lo que supondría la forma óptima de hacerlo si se pretendiese que el tiempo empleado fuera mínimo, contando por supuesto con la ausencia absoluta de aire para que la fricción tampoco influyese en la velocidad de caída) se precipita nada vertiginosamente por... ¡un puto plano inclinado! 


Fuentes:

Mi puto cerebro, Sergio L. Palacios (Ph. D.), Journal of mental taraos and absolutely superior intelects, Vol. 69, p. 69-96. November 2014.

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