Muy de cuando en cuando la fortuna hace caer en mis manos uno de esos libros que, tras leer su sinopsis, su contraportada, te deja maravillado ante lo que promete. Pues bien, esto es lo que me sucedió hace cosa de un par de meses, justo antes de comenzar las vacaciones de verano, con el libro de Marcus Chown que da título a este post. Como tenía otros libros en mi ya de por sí larguísima lista de espera, tuve que posponer su lectura, eso sí, no sin experimentar buenas dosis de ansiedad. La semana pasada la espera por fin terminó y tengo que decir que mereció muchísimo la pena.
En efecto, fue abrir el libro por la primera página y lo que allí encontré resulta difícil de explicar en una reseña breve como esta. Aunque, pensándolo bien, tanto mejor, porque de esta forma quien quiera de los que estáis leyendo estas líneas en este mismo momento, podréis disfrutar como lo hice yo con el libro sin que os lo destripe demasiado.
Los interminables días de estar muerto es una colección de once breves ensayos realizados por Chown, un prestigioso y galardonado divulgador, doctor en astrofísica por el CalTech. En cada uno de los once ensayos, el autor ha contado con la inestimable ayuda de algunos de los científicos más audaces del mundo, en ocasiones incomprendidos y casi siempre ferozmente atacados y criticados por sus colegas más mainstream. A través de extensas entrevistas, Chown nos muestra las ideas, las teorías, las opiniones y hasta las predicciones de estos hombres que han desafiado algunas de las ideas más establecidas o asentadas de la ciencia actual: Max Tegmark y los muchos mundos, el big bang; las originales teorías de Stephen Wolfram acerca de la manera en que, según él, podría haberse generado el universo entero mediante un sencillo programa de ordenador; la desconcertante naturaleza cuántica de la realidad, el significado del tiempo; el enrevesado concepto de la "complejidad" y su relación con la teoría de la información algorítmica desarrollada por Gregory Chaitin; el teorema de Gödel y la desasosegante limitación de las matemáticas, la indecibilidad, el número Omega; el origen de las leyes de la física y su relación con la nada más absoluta según Victor Stenger y Frank Wilczek; los teoremas de Emmy Noether y sus increíbles predicciones relacionadas con las simetrías y las leyes físicas; la moderna concepción del vacío cuántico, los distintos tipos de masa, el campo de Higgs; la audaz propuesta de búsqueda de vida extraterrestre dentro de un ordenador por parte de Stephen Wolfram; la búsqueda de posibles señales de la creación del universo en la radiación cósmica de fondo; y muchas cosas más.
Si habéis notado una desesperante falta de concreción en el párrafo anterior, quiero deciros que es absolutamente intencionada. Resulta imposible describir el contenido del libro de Chown sin caer en la tentación de contar mucho más de lo recomendable, algo que iría contra mi propósito de que leáis el libro y saquéis vuestras propias conclusiones. Porque hay más, hay mucho más en las 244 páginas de Los interminables días de estar muerto, precisamente el título del último capítulo, donde se aborda la cuestión de la supervivencia eterna de la vida. Hay tanto y tan increíble, tan sugerente, tan asombroso, que esta reseña resulta absolutamente injusta, pobre y prescindible. Ahora todo depende de vosotros...
Pues parece interesante. Una pregunta Agatha, la parte del libro en la que aparece Max Tegmark ¿es Ciencia o tira para "cuarto milenio"?
ResponderEliminarTe lo pregunto porque tenía la idea, (tal vez equivocada) de que Max Tegmark es en físico un poco excéntrico, de esos que niega la Relatividad para ser más "cool" en ciertos ambientes ciencia-conspiranoicos.
Gracias y saludos.
Al leer la descripción, se nota que te fascinó...A veces, aunque sean ideas locas, las vemos posibles y pensamos ¿y por qué no? Y ese es el valor de no cerrarnos ante las ideas de otros porque como dicen....de repente, salta la liebre!
ResponderEliminarTambién es cierto que, como dicen, tampoco hay que ser de mentalidad tan abierta como para que se te caiga el cerebro...Imagino que es dificil dilucidar lo que puede ser verdad de meras fantasías alocadas.
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