NOTA: En el magnífico libro Fisica i
ciencia ficció de los profesores Manuel Moreno y Jordi José se propone como
ejercicio para los estudiantes el problema que, a continuación, me dispongo a
resolver. Va, pues, dedicado a ellos con todo el cariño y admiración.
Nueva York, año 2022. La megaurbe norteamericana ha alcanzado una población superior a los
40 millones de habitantes. El planeta entero padece una superpoblación
insostenible. El suicidio ha dejado de ser un delito e, incluso, está promovido
por el gobierno. La eutanasia está a la orden del día y se ha convertido en
poco menos que un espectáculo audiovisual con todo tipo de comodidades,
mientras el individuo es liquidado. El pan, la carne y los vegetales frescos se
venden en el mercado negro a unos precios que ni las hipotecas actuales. La
gente se pelea por un alimento sintético, en forma de inocentes galletas
verdosas, denominado “soylent green” (soylent es una contracción de las
palabras inglesas “soybean”, que significa semilla de soja y “lentil”, que
significa lenteja).
En este mundo apocalíptico, el detective Robert Thorn
investiga un extraño caso de asesinato. A medida que avanza en sus pesquisas,
una realidad terrible va haciéndose evidente. Su venerable compañero, Sol Roth,
que actúa como enciclopedia viviente (el papel es demasiado caro) la descubre
antes y, no pudiendo soportarla, decide acabar con su vida en un centro de
eutanasia. Cuando Thorn llega es demasiado tarde, pero decide seguir, en
secreto, al vehículo fúnebre. Éste se dirige a una planta de producción de
soylent green, donde se revela la espeluznante verdad en la frase que pronuncia
Thorn: “Soylent green is people” (“Las galletitas son gente”, según mi libre
traducción). La humanidad se está alimentando de cadáveres.
¿Se trata de una solución viable para acabar con la hambruna? ¿Es un método
eficaz a largo plazo o se trata de algo eventual? ¿Qué demonios tiene todo esto
que ver con la física? Os responderé a la última cuestión: casi nada, pero me
mola a rabiar escribir, de cuando en cuando, algún artículo un poco enloquecido
y que se salga de la norma. Pero, para que nadie se sienta aludido ni ofendido,
os diré que el concepto físico de energía anda deambulando por el problema que
estoy planteando e intentando resolver.
Bien, lo primero que hay que decir es
que, a simple vista, podría pensarse que comerse a los cadáveres "galletizados" de nuestros más muy mejores amigos no parece ser ni agradable ni muy
inteligente ya que todos sabemos que la población mundial crece y crece cada
vez más. Forzosamente, siempre habrá más vivos que muertos. Así y todo, la cosa
podría tener solución si de cada fiambrepersona se pudiesen alimentar varias
nofiambrepersonas. Así que, pensemos un poco y hagamos unos números. Fijaos
bien cómo piensa, construye y va avanzando una mente analítica y penetrante
como la mía.
En primer lugar, necesito conocer el equivalente energético de la
materia prima que constituye un cuerpo humano. ¿Dónde encontrarla? Pues en
Google, caramba, que para eso está. Tecleo y ¡zas! En cuestión de centésimas de
segundo, aparecen miles de páginas. Me voy a una que parece fiable, cuya fuente
es la FAO (Food and Agricultural Organization of the United Nations) y allí me
encuentro justo lo que necesito. Resulta que somos un 61,6 % de agua, 17 % de
proteínas, 13,8 % de grasas, 1,5 % de carbohidratos y 6,1 % de minerales, más o menos. Ahora
bien, cuando bebemos un vaso de agua o un refresco sin azúcar, se supone que no
ingerimos calorías. Por tanto, haré la suposición más que razonable de que,
tanto el agua como los minerales, no contribuyen al contenido energético de un
cuerpo humano.
El siguiente paso consiste en averiguar la equivalencia calórica
de las proteínas, los carbohidratos y las grasas. El dato me lo encuentro en un
documento del “REAL DECRETO 2180/2004, de 12 de
noviembre, por el que se modifica la norma de etiquetado sobre propiedades
nutritivas de los productos alimenticios, aprobada por el Real Decreto
930/1992, de 17 de julio”. Allí dice que, tanto 1 gramo de proteínas como de
carbohidratos, contienen 4 kilocalorías, mientras que la misma cantidad de
grasas aportan 9 kilocalorías. Como los gobiernos no suelen ser merecedores de
ciega confianza, trato de comprobarlo. Me dirijo a la despensa de mi humilde
cocina y cojo tres paquetes diferentes: uno de cereales de desayuno de una
marca muy conocida que está decorado con tres enanitos muy simpáticos, otro de
galletas de una marca muy popular y un tercero de galletas integrales cuya
marca no importa ni lo más mínimo. Leo su contenido desglosado y aplico los parámetros
anteriores. Me salen 381,5 kilocalorías para los primeros (en la caja figuran
382), 466,7 kilocalorías para las segundas (470,5 se puede leer en la etiqueta
correspondiente) y 422,3 kilocalorías para las terceras (el mismo número que en
el paquete). Parece que mi desconfianza inicial se va desvaneciendo.
Según todo lo anterior, al desangrar, destripar, descuartizar,
despiezar, triturar, moler y compactar un cadáver de 65 kg obtendremos unos 11
kg de proteínas, casi 9 kilogramos de grasas y algo menos de 1 kg de hidratos
de carbono. O, equivalentemente, le sacamos los higadillos a cada muerto y
disponemos de 128.830 kilocalorías por cada uno. Según la misma FAO a la que me
refería un poco más arriba, las necesidades energéticas promedio de un hombre (las
mujeres necesitan algo menos) ascienden a unas 2640 kilocalorías por día.
Quiere esto decir que podemos reducir nuestra alimentación diaria a un 2 % de
chopped de muerto. Para que lo entienda la gente que no está acostumbrada a
conceptos físicos tan abstractos, lo que quiero decir es que un cadáver
proporciona unas 2577 galletas verdes. Si cada pastita de carne fría decrépita
pesa 10 gramos, los vivitos y coleando deben ingerir 50 de ellas diariamente,
siendo necesarios algo más de 51 días para acabar con cada carné de identidad.
En tan sólo un año el consumo de galletas por barba se eleva a 18.000 unidades
o, dicho coloquialmente, algo más de 7 difuntos enteritos.
A la vista de este dato contundente, cabe pensar en
alguna solución imaginativa. No quisiera terminar sin proponer yo mismo una. Pongamos
por caso que una raza alienígena con intenciones benefactoras hubiese velado
por nosotros desde el Neolítico (hace unos 7000 años) y hubiese ido reciclando
a todos los “seres humanos” que iban feneciendo. De haber sido así, hoy en día
dispondríamos de una megadespensa con casi 150 mil millones de cuerpos
galletizados. Habría alimento suficiente para toda la población mundial actual durante
casi 3 años y medio. Menos da un
muerto, digo...una galleta.
" Fijaos bien cómo piensa, construye y va avanzando una mente analítica y penetrante como la mía"...jajaja, toda la razón! Has pensado en algo que por mi mente jamás pasó,pero que si pensamos todo el tiempo en reciclar, no necesariamente ha de ser reciclar basura! ¿o sí?
ResponderEliminarYa sé con qué voy a empezar este curso a explicar el tema de Nutrición a mis alumnos de Secundaria de adultos: la pelicula de Soylent Green y tu entrada. Gracias.... ;-)
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