Una de las cantinelas más repetidas por
parte de algunos creacionistas es la que tiene que ver con la edad de la
Tierra. Para estos seres dotados de un especial entendimiento de los pasajes de
la Biblia, nuestro planeta fue creado por Dios hace apenas unos pocos miles de
años. Para justificar su afirmación recurren a argumentos que van en contra de
las evidencias científicas conocidas acerca de los registros fósiles, los
procesos radiactivos y alguna que otra. Una de las más estrambóticas y también más antiguas, siempre a
mi juicio, está relacionada con la disminución progresiva del tamaño del Sol,
el astro que nos da la vida, gracias a Dios.
Veréis, probad a echarle un vistazo a este artículo publicado en el año 1980 en la web del Institute for Creation
Research. Allí se afirma que
el diámetro de nuestra estrella se está contrayendo a razón de 1,5 metros cada
hora y, por lo tanto, de haberse mantenido constante este ritmo, hace algo
menos de 23 millones de años, el Sol presentaba un radio aproximado igual al de
la órbita de la Tierra, es decir, 150 millones de kilómetros. La consecuencia
lógica es que nuestro planeta no podía existir y su edad, en consecuencia, no
puede ser mayor de esos 23 millones de años. En realidad, debería ser bastante
inferior, pues las altas temperaturas por tener tan cerca al Sol no serían
aptas para la vida durante gran parte de ese tiempo.
Puede que a muchos de vosotros, gente
razonable que no cree en paparruchas, os parezca una pérdida de tiempo discutir
acerca de las exóticas ideas de estos personajillos ociosos que no dominan ni
el conocimiento más mínimo de la física elemental. Claro que siempre nos podrán
decir que la física también está equivocada (en cuyo caso yo llevo 25 años estafando
al estado que me paga relativamente bien a final de mes, y a mis estudiantes, enseñando mentiras como la copa del mojón de un elefante africano) y echarán por tierra cuantos argumentos se les proporcionen de
forma altruista, como yo mismo me dispongo a hacer inmediatamente. Pero es lo
que hay y ya que no tengo nada más importante que hacer en estos momentos, pues
qué demonios (huy, perdón), pasemos un rato aprendiendo algo, que tampoco viene
mal si algún estudiante de bachillerato le da por leer esta entrada. Así que
manos a la obra y prestad atención. Será breve porque el nivel de tontería es
tan grande que se desmonta en un par de párrafos.
Bien, veamos. Admitamos por un momento
que los creacionistas tienen razón y el Sol está reduciendo su tamaño a razón
de 1,5 metros por hora. Si la física newtoniana (la que se estudia en el instituto o en el cole y luego ya no se recuerda en la universidad) no está equivocada, entonces
dicha contracción deberá ir acompañada del correspondiente incremento en su
energía potencial gravitatoria, una cantidad que es directamente proporcional
al cuadrado de la masa del Sol e inversamente proporcional a su radio. Si se
supone que la masa de la estrella permanece prácticamente sin modificar durante
el proceso, resulta que la energía potencial antes aludida debe ser liberada en
forma de radiación luminosa (siempre que se cumpla la ley de conservación de la
energía, claro, cosa harto discutible para los creacionistas). Un cálculo
elemental arroja que la luminosidad del Sol debería incrementarse desde los
actuales 383 cuatrillones de watts hasta los 69.200 cuatrillones de watts, es
decir, un factor 180.
Si el cálculo anterior resultase
correcto, que lo es, y tuviésemos en cuenta que el 30 % de la radiación solar
que llega a la Tierra es devuelta por ésta al espacio debido al efecto albedo,
solamente habría que aplicar la ley de Stefan-Boltzmann que tantas veces hemos visto por estos
lares, para llegar a la conclusión evidente y trivial de que la temperatura que
alcanzaría nuestro planeta sería de 659 ºC, casi 60 grados por encima del punto
de fusión del plomo. En estas condiciones, ni Dios sería capaz de mantener al
ser humano con vida. ¡Anda, mira qué frase tan simpática me ha salido!
Pero no terminan aquí los argumentos en
contra de la contracción solar. Si, análogamente, dedicásemos 30 segundos a
determinar el incremento de la temperatura en la superficie del Sol que debería
producirse con el fin de dar cuenta de la nueva luminosidad, el cálculo
arrojaría un resultado ciertamente sorprendente: unos 21.000 grados (poco
importa que sean centígrados o kelvin, os lo puedo asegurar), en contraste con
los 5.800 kelvin que observamos actualmente (a no ser que los instrumentos
también nos estén engañando). Con semejante temperatura superficial podemos
emplear la célebre ley de Wien (comprobada en cientos de ocasiones)
para estimar la longitud de onda a la que el Sol emitiría preferentemente las
radiaciones electromagnéticas al espacio. Pues bien, dicha longitud de onda
caería en los 137 nanómetros, esto es, en la región ultravioleta del espectro y
no en los 500 nanómetros del rango visible que indican, una vez más, nuestros
mejores instrumentos (y que hacen que veamos a nuestra estrella con ese precioso color amarillento). ¿Habrá querido Dios, en su infinita bondad y misericordia,
que el melanoma nos lleve a todos al Cielo? ¿O, en su infinita sabiduría, habrá
dispuesto una capa de ozono bien gorda?
Fuente original:
The solar contract? M.
Bayliss, P. Dodd, F. Kettle, T. Sukaitis and A. Webb. Journal of Physics
Special Topics, Vol. 10, No. 1, 2011.
Si a los creacionistas les hablas de algo aún menos conocido como Nibiru ya los descolocas del todo. Nibiru, Planeta X o Hercólubus: el planeta oculto
ResponderEliminarDonde está Nibiru?
ResponderEliminarA mi no me parece una pérdida de tiempo discutir acerca de las exóticas ideas de estos personajillos, así se les frena un poco que si no aún se desmadreian más.
ResponderEliminar¿Es cierto que cuestionan el principio de conservación de la energía, uno de los pilares básicos de la Ciencia? No me lo puedo creer. No puedo creer que haya gente tan tonta (y no pediré perdón por llamarlos tontos).
ResponderEliminarAgatha, ese incremento desde 383 hasta 69.200 cuatrillones de Watts ¿en cuánto tiempo se produce? Igual yo estoy espeso y está claro en el texto, pero no caigo.
ResponderEliminarOtra cosa, ¿hay un gazapo donde dice “...energía potencial gravitatoria, una cantidad que es directamente proporcional al CUADRADO DE LA MASA del Sol e inversamente proporcional a su radio...”?
La fórmula de la Energía Potencial gravitatoria que posee una masa (m) entiendo que es:
U = ( G M / R ) m
Y en ella la (M), Masa del Sol no está al cuadrado.
Gracias por estos magníficos post y saludos.
Pues si no me he equivocado en los cálculos, el incremento de luminosidad solar se produce en una hora, que es el tiempo en que los creacionistas dicen que el diámetro del Sol se reduce en un metro y medio.
EliminarEn cuanto a la energía potencial, la ecuación que tú escribes es la de una masa "m" en presencia de otra "M". Aquí hablamos de la energía potencial del propio Sol. Son cosas diferentes.
OK, con tus indicaciones he buscado por internet, y aunque no lo he encontrado en castellano, sí en la Wikipedia en inglés:
ResponderEliminarhttp://en.wikipedia.org/wiki/Gravitational_binding_energy
La fórmula que hay que usar es:
U = - (3GM^2) / (5R)
Con ella y entendiendo que el incremento de energía descrito corresponde a 1 hora, ya me salen los cálculos, muchas gracias.